miércoles, 4 de marzo de 2015

Y fue en aquel instante, en aquel retazo de ojo de tormenta que guardaba en mi bolsillo y sacaba a relucir cuando las cosas no iban tan bien, cuando pude ver lo más simple y lo más divino. Así como las yuntas aladas que surcan el cosmos de punta a punta, ese rostro repartía luz y emanaba una calidez que resultaba nueva y llamativa para el corazón. Muchos dicen que los ojos son la ventana al alma... Y si ese par también cuenta como tal, creo que acababa de vislumbrar un pedacito de paraíso, tierra del color más prospero, vital y apasionada, albergue del misterio mismo de la existencia.

lunes, 24 de marzo de 2014

random

"Porque si encontrarte es perderme, preferiría olvidarme de mí mismo con tal de tenerte. Porque quizá lo tenga todo, pero tener alegría y no compartirla equivale a no tener nada."

"Despierta a mi lado, y harás que el resto de mi día brille; camina conmigo, y el paisaje se tornará bello; sonríe, e iluminarás mis tardes. El día a día cobrará gradualmente claridad, brillará como nunca antes lo había hecho. ¿Te quedarías junto a mí si dijera que comienza a gustarme la calidez del sol en la piel?"

lunes, 13 de enero de 2014

Shonini.


La primera vez que vio ese rostro fue por accidente, había apartado por un momento la vista de lo que realmente buscaba, cansado de no llegar nunca a su objetivo o al menos, de no alcanzar nunca la meta que su mente le había propuesto. No quería dejarla ir, no iba a hacerlo de ningún modo… Pero hubo algo en lo que vio, un pequeño destello, que hizo que se detuviera por un momento a contemplar.

El mundo a su alrededor giraba, cambiaba, nunca era el mismo. No podía mantenerse más de un minuto con la misma forma, no distinguía día de noche… Parecía buscar el desorientarlo. Sabía que no debía distraerse, pero la curiosidad trepaba por sus extremidades y se apropiaba de sus músculos, de su accionar, pidiéndole que observara por más tiempo aquella forma.
¿Estaba cobrando forma? Sus ojos no lo creían, quizá estuviera ya desvariando… Gentilmente, de aquella diminuta luz se había desprendido un ser; tenía forma humana, por lo que decidió simplemente permanecer. Su objetivo se retrasaría un poco mientras saciaba su curiosidad. Parpadeo varias veces, observó la figura y se atrevió a alzar una mano, rozando así el lugar donde debía encontrarse la nariz de aquel joven que ahora se sostenía torpemente de pie. Sus ojos se abrieron, los observó durante mucho tiempo.
De pronto, el caos a su alrededor no parecía tan inmenso como antes, de pronto sus oídos lograron captar la tranquilidad que hace tiempo no conseguía oír, sus pies dejaron de luchar por obtener equilibrio. Todo parecía estabilizarse, volverse algo más concreto, fiable.
Sonrió, un gesto simple para sí mismo… Pero aquella sonrisa fue devuelta, pequeña y algo torcida, incluso rayando lo tímido. Su mente comenzó a acostumbrarse a esa sonrisa, su corazón comenzó a familiarizarse con la calidez que ésta provocaba.
Pronto tomó la mano de esta persona, luego de haberlo pensado por mucho tiempo y claramente, había elegido de forma correcta. Aquella uniformidad con la que transcurría el tiempo allí comenzó a desvanecerse; conoció la diferencia entre día, tarde y noche, con el sol imponente y la luna pálida. El suelo que una vez había sido árido se tornó en terreno fértil, lleno de naturaleza y colores, al igual que lo demás que en un principio lo había rodeado como objetos sin gracia. Ya no se veía obligado a seguir su camino, pues creía que lo que buscaba, había sido encontrado en medio de la tormenta. Ese destello se había convertido en calidez para su corazón, una morada para su cuerpo, una esperanza para su vida.
Quizá aquello fuera lo que tanto había estado buscando, ¿hace cuánto había estado buscando? No recordaba un momento exacto, sólo el paso de tiempo y la nada misma… Pero ahora, que aquel lugar se había vuelto algo más habitable, se había llenado de color y de vida, todo lo demás sobraba, todo lo que había sucedido antes había quedado en el olvido.
Mientras su corazón contara con aquel destello, tenía la certeza de que sus días seguirían siendo días soleados y sus noches, las más estrelladas. 

jueves, 12 de diciembre de 2013

Sui light.


Las luces llenaban toda su visión, luces, luces.
Gotas de mar corrían por su piel, los caminos se desdibujaban en el viento.
Bajo su mirar, una selva de metal y concreto se desenvolvía y funcionaba de la manera más maravillosa jamás antes vista. ¿Un milagro?
El viento frío acariciaba la piel desnuda, jugueteaba con su vestimenta, se colaba por entre las telas y llegaba a su corazón, intentando llenarlo de algo de lo que ya estaba completamente lleno.
Hebras castañas interrumpían de vez en cuando su visión de águila, hebras que corría con extremidades que apenas sentía. ¿Sentir? Se sentía liviano… ¿Realmente estaba allí?
Un paso más, un paso y se sumergiría en las mil acuarelas de colores brillantes y vivaces que desde más abajo espectaban. Allí se sentía libre, aunque sea por un momento y la emoción que solía recorrer sus venas, ahora salía al exterior y se mezclaba con el aire, con el viento, puesto que sus venas se convirtieron en finas ramas de cerezo en flor.
Era dulce, todo era dulce. Todo era hermoso y brillante y a la vez distante y apagado, como un sueño de la niñez.
Otra vez el viento atacó y esta vez acató las órdenes. Quería ser parte de la belleza, quería servir a su propósito único.
Un paso más, dio un paso más y logró que las acuarelas se movieran a velocidad vertiginosa. Admiró todo a su alrededor. ¿Será el último baile?
Una vez más, las luces brillaron y brillaron, luces, luces. Y luego, se apagaron.

miércoles, 19 de junio de 2013

El negro alado bien turro.


Sentado en la rama más alta de un árbol, Jongin observa sus alrededores con una pequeña sonrisa en los labios. Es de tarde, el sol brilla en distintos tonos de naranja por sobre el horizonte y hace que sus alas que reposan plegadas de manera descuidada detrás de su cuerpo, grandes y majestuosas, de plumas de un marrón semejante al de la arena húmeda mezclada con polvo de estrellas, brillen como hechas del oro más puro jamás encontrado. 
Sabe que la persona que busca pronto aparecerá por allí, ese parque en el que él había estado incontables veces acompañando a quien ahora espera. Luego de unos minutos, ve a una joven con una sonrisa equivalente al brillo de mil soles que se acerca hacia su árbol, rodeada por un brazo firme pero cuidadoso y llevando en sus manos un pequeño niño. Sus ojos reflejan el brillo del sol mientras ríe por alguna broma que el joven que la acompaña, su marido, le ha contado. Jongin se encuentra a sí mismo sonriendo desde las alturas, de la misma manera que lo hace la chica. Después de todo, él es su guardián. 





Una pequeña derrama lágrimas, sentada en el piso de una calle desierta, una bicicleta yace a su lado y sus rodillas están lastimadas. Jongin no dudó en ayudar, siendo invisible para los humanos, se acercó a ella y colocó ambas manos de manera que rozaban ligeramente las heridas. De un momento a otro, la niña levantó la vista rápidamente y lo observó. Él le sonrió y desapareció.Sorprendentemente, la niña le devolvió el gesto. 
El ángel, sorprendido por el hecho de que una humana haya podido verlo, comenzó a acompañarla desde la distancia. No tardó mucho en darse cuenta que aquella pequeña de sonrisa tierna sufría mucho, no solo en la escuela, siendo objeto de bromas constantes y de insultos, sino también en casa. Al parecer sus padres no tenían interés en pasar tiempo con su hija y esto hacía que el corazón de Jongin se sintiera pesado. Fue por eso que, luego de una gran pelea entre sus padres, decidió volver a aparecer frente a ella. 
Al principio, sintió el miedo de la niña pero con una sonrisa bastó para hacerle saber que estaba allí para cuidarla. Pequeñas manos húmedas con lágrimas tomaron las suyas y le mostraron el dolor que sentía como si lo viviera en carne propia. 

"Yo seré quien te cuide, ya no tendrás que llorar"

Esas palabras no solo quedaron grabadas en la mente de la niña, sino también en su corazón. Aquel majestuoso ser de sonrisa perfecta fue quien, a lo largo de su vida, la ayudó a salir adelante, incluso en los momentos más difíciles. Sus padres se separaron, Jongin secó sus lágrimas; su madre se suicidó, Jongin la envolvió en sus brazos; su vida estaba hecha un desastre, su corazón estaba roto y parecía no tener arreglo pero Jongin la envolvía en sus alas y el dolor desaparecía. 

"No podría vivir sin ti" 

Esa frase hizo que dudase de si lo que estaba haciendo estaba bien. Se supone que los humanos no deben tener ese tipo de lazos con los seres etéreos... Jongin dejó de visitarla tan a menudo, la joven parecía estar triste aunque en realidad, él todavía estuviera a su lado solo que ahora la observaba a la distancia, como lo hacía al principio. 
Los meses pasaron y se convirtieron en años, el ángel veía a su pequeña protegida totalmente cambiada. De ser una niña a toda una persona adulta, brillante e inteligente, con un gran futuro. Pronto, ella conoció a quien ahora la acompañaba, el amor de su vida. Jongin sonrió en el momento del "sí, acepto". Supo en el momento en el que escuchó el llanto de un bebé recién nacido que había hecho lo correcto, que su compañía realmente había traído el bien y la paz. 





Satisfecho con el resultado de su empeño, abre sus alas de par en par y comienza a volar, pasando por encima de la familia que su protegida había formado, polvo dorado cayendo sobre ellos, una sutil bendición. La joven mira hacia arriba, el cielo está anaranjado. Una sonrisa se dibuja nuevamente en su rostro cuando divisa un par de alas color arena desaparecer fugazmente. 

lunes, 1 de abril de 2013

Dance in the dark

Silicon, saline, poison inject me
Baby, I'm a free bitch
I'm a free bitch.



Capítulo 1


Después de haber peleado por más de una hora con su compañero de cuarto y con su mejor amigo, Kyungsoo, Sehun había accedido a ir de nuevo con ellos a aquel lugar donde las luces dibujaban toda clase de formas sobre la masa de cuerpos que bailaban al compás frenético de la música que salía a todo volumen de los parlantes, el lugar al que Jongin solía ir los fines de semana para pasar la noche, atontar sus sentidos un poco con las bebidas que allí vendían y bailar. Bailar como quien no posee real control de su cuerpo pero aún así con la gracia de una pantera, de una manera encantadora y con movimientos tan fluidos y perfectos que atraían la atención de mucha gente, haciendo que ésta se separe de él y forme un círculo a su alrededor tan sólo para poder admirar los aterciopelados movimientos de su cuerpo.
Sehun y Kyungsoo no solían acompañarlo en el baile, dejaban que la atención se centrara en él, dejaban que brillara en la pista como solo él podía hacerlo mientras que ambos de ellos se dedicaban a compartir bebidas y charlas sin mucho sentido con personas que se iban encontrando. Casi todos con los que se paraban a hablar eran personas desconocidas y algo alegres debido al alcohol que recorría sus venas mezclado quizá, con algún otro tipo de sustancia. Los dos se divertían estando allí a pesar de que Jongin siempre les tuviera que insistir para que fueran, accediendo siempre a hacerles favores o tareas que ellos no tenían deseos de hacer.
Ésta vez, Sehun se dirigió hacia la pista de baile y comenzó a hacerse paso entre aquel revoltijo de cuerpos, humo, calor y música para poder unirse a Jongin. Kyungsoo podría entretenerse con el grupo de jóvenes alegres y atontados con el que se habían encontrado al comienzo de la noche. Una vez que encontró a su compañero de cuarto, los ojos de Sehun se posaron en su figura: sus brazos rodeaban de manera posesiva un cuerpo delgado, de apariencia delicada aunque no lo suficiente para ser una mujer. El chico con el que Jongin bailaba levantó la vista para posarla en sus ojos mientras repartía besos húmedos en la extensión de piel morena descubierta del cuello de su amigo. Un escalofrío recorrió su espalda, aquellos ojos que lo observaban poseían un brillo que nunca había visto, casi como si se trataran de los ojos de un felino en plena caza. Pensó que quizá el alcohol ya habría comenzado a hacer efecto sobre él, quizá las luces y la música que casi lograba que sus oídos zumbaran ayudaban a que aquél desconocido se viera así. Pocos segundos pasaron antes de que el moreno diera una grácil vuelta, un simple giro sobre sus pies que dejó en su campo de vista a su delgado amigo quien observaba con una expresión neutra su pequeño baile con Baekhyun.
Su expresión podría pasar como una expresión normal y seria para cualquiera, pero él conocía bien a Sehun. Sabía que detrás de esa máscara que el menor usaba con frecuencia se escondía la expresión de curiosidad casi infantil que sabía que sentía por el chico entre sus brazos. Baekhyun era uno de los “entretenimientos” favoritos de Jongin, una de las principales razones por las que frecuentaba aquel lugar.
Una de las pocas cosas que tenía a favor el lugar donde se encontraban era que contaba con un “servicio especial” de acompañantes: un grupo de jóvenes, tanto hombres como mujeres, dispuestos a brindar a quienes lo quisieran un momento agradable o simplemente complacerlos en una de sus necesidades más primitivas. Por supuesto, estos servicios tenían una recompensa, algo que todos los que participaban de esto deseaban, sustancias a las que las personas se vuelven adictas y que terminan necesitando tanto como la comida o el agua… Algo que incluso llegan a necesitar tanto como el oxígeno.
Ese joven que aún se encontraba presionado contra su cuerpo mientras continuaban moviéndose al compás de la música era una de sus compañías favoritas. Delgado, castaño, algo más pequeño que él, con una sonrisa que quitaba el aliento y movimientos que lejos de ser torpes como los de la mayoría allí, eran precisos y complementaban los suyos propios, esa era la primera impresión que Jongin había tenido de Baekhyun al encontrarse con él por primera vez. Esa impresión seguía intacta en él y era lo que lo impulsaba a seguir presentándose allí para disfrutar de su compañía en la pista de baile. Algunas veces era solo eso lo que buscaba, alguien con quien bailar, alguien que pudiera seguir sus movimientos sin necesidad de cambiar de algún modo su forma de danzar habitual. Otras veces buscaba acorralarlo contra una pared apartada del resto de la gente, juntar sus labios en besos que llegaban a ser desesperados, recorrer con sus manos la blanquecina piel ajena, poseer el cuerpo que temblaba de placer y necesidad contra el suyo. A veces lo que buscaba era despejar su mente de la vida real, desconectarse al menos una noche y guiarse solamente por los impulsos que su cuerpo marcaba.
Sehun alzó una ceja al notar la vista de su amigo clavada en él como si lo estuviera analizando. Jongin sabía que una de las pocas maneras de molestarlo era querer sacar significados más profundos a sus simples expresiones y fue por eso mismo que se dio media vuelta y comenzó a caminar en sentido contrario al que se encontraban, sintiendo rápidamente una mano detenerlo, tomando su brazo. Dio la vuelta nuevamente, soltando un suspiro para enfrentarse al mayor y a su acompañante e hizo un pequeño gesto con la cabeza, una pregunta que si hubiera sido pronunciada, se hubiera perdido en la música. “¿Qué?”
-Quédate con él, iré con Luhan. –contestó simple Jongin al acercarse a su oído para que sea capaz de escucharlo y con la misma rapidez con la que tomó el brazo de Sehun, lo soltó dedicándole una sonrisa a su compañero de baile para dejarlos a ambos. Sehun estaba ya al tanto del rol que cumplían aquellos los chicos con los que su amigo trataba y a decir verdad, nunca le había interesado tratar con ellos, aunque sí conocía varios nombres gracias a que eran constantemente nombrados. Los jóvenes que trabajaban en ese ámbito no le llamaban la atención en lo más mínimo ya que los consideraba personas fáciles, personas que no tenían otro propósito ni otra idea en mente que no fuera su “trabajo”: ir de aquí a allá, ofreciendo sus cuerpos a cambio de sustancias que eventualmente, pondrían fin a sus vidas.
Luego de clavar la vista en la espalda de su amigo hasta que desapareció entre la multitud, comenzó a alejarse de la pista sin mirar atrás, sin importarle si aquel chico lo seguía o no. La verdad era que le importaba poco, Jongin lo había dejado así a propósito, sabiendo lo que pensaba de sus “acompañantes”… Por un momento dudó de alejarse de manera tan cortante porque, a pesar de su trabajo, era una persona más y él se estaba comportando como un niño. Giró apenas la cabeza y tras notar con el rabillo del ojo que el castaño lo seguía con una expresión que reflejaba algo de duda, siguió caminando hasta el sector donde había pequeñas mesas, un lugar algo apartado para poder hablar aunque seguramente la música ahogara las palabras. No sabía sobre qué quería hablar o si es que realmente tenía deseos de entablar una conversación con un desconocido en ese momento pero era eso o bailar con él, que era lo que Jongin quería lograr. Hacer que cambie de opinión sobre los que allí trabajaban, quizá solamente para poder tener la satisfacción de demostrar que podía hacerlo cambiar de parecer en algo que él parecía tener en claro. Su amigo era capaz de ser así de terco.
Rodeó y esquivó a varias personas que cantaban por arriba de la música que hacía que sus bebidas se muevan ligeramente dentro de los vasos, personas que caminaban zigzagueando y varias otras que simplemente estaban ocupando mesas mientras charlaban. Eligió una mesa no tan al azar, ya que buscaba apartarse del estruendo que provocaba la gente y poco después de sentarse en uno de los bancos altos, el chico que lo seguía se sentó junto a él manteniendo el silencio.
Trató de neutralizar un poco su expresión aunque en su rostro había una mirada que no demostraba más que duda, la misma duda que se había presentado en él desde que se encontraron. Se preguntaba por qué el joven con el que uno de sus fieles clientes lo dejó no había querido bailar, por qué no lo había tomado por la cintura o de la mano, como solían hacer el resto de los que reclamaban su atención… Pero claro, este chico no lo había llamado, precisamente. Jongin había estado hablando con él sobre Sehun, ese era su nombre. Jongin le había dicho que su amigo Sehun quería divertirse aquella noche aunque no estaba acostumbrado a ese tipo de diversión… Y al parecer, tampoco la buscaba: estaba callado aún y mantenía la vista apartada, perdida en la pista de baile. Se preguntó si lo que en realidad quería el moreno con el que había estado bailando era molestar un poco o hacerle algún tipo de broma al joven que tenía enfrente, cosa que le parecía bastante razonable teniendo en cuenta que apenas habían hecho contacto visual.
Lo observó por unos momentos más, observó su rostro que parecía tranquilo a pesar de estar en el medio de un local atestado de gente y música. Desde que lo había visto por primera vez, no había emitido palabra alguna y la expresión que llevaba en el rostro casi no había variado, a excepción del momento en el que fueron dejados solos; en ese momento su rostro había mostrado un poco de incredulidad, como si no estuviera enterado de su trabajo y de lo que Jongin quería hacer… Él no sabía.
-Pensé que íbamos a bailar… -el chico del cual todavía no sabía el nombre se acercó al oído de Sehun para hablar y él sintió un impulso que le indicaba que debía alejarse de aquel ser de ojos brillantes y aspecto suave que ahora le hablaba, aunque no lo hizo.
-No siento muchas ganas de bailar hoy –fue lo que contestó, con un ligero movimiento negativo de la cabeza.
Un corto silencio entre todo el ruido.
Una risa tranquila, sincera.
Sehun frunció el ceño, no entendía qué era lo que había causado que el castaño comenzara a reír. Apartó su cabeza, el aire cálido producto de la risa comenzaba a provocarle piel de gallina en el cuello pero al hacerlo, posó la vista en la figura a su lado, lo observó reír y notó varias cosas que antes había pasado por alto o que simplemente no había visto: llevaba los ojos maquillados con algo de delineador, líneas oscuras trazadas con la destreza de quien ha repetido ese acto un centenar de veces sobre piel blanca y tersa. La risa provocaba que su rostro se asemejara al de un niño, que tomara cierto aspecto inocente que Sehun sabía, no era más que apariencia… Deseaba que dejara de reír.
-Y por eso buscabas a Jongin en la pista, ¿no? –dijo aún con la risa evidente en sus labios que se curvaban hacia arriba mientras que colocaba uno de sus codos en la mesa, manteniendo la nueva distancia que había impuesto.
En ese momento Sehun notó que había desmentido su propia excusa… Y eso lo hizo pensar que probablemente hubiera preferido que el otro continuara riendo. Quizá estando en otra situación, hubiera podido fingir mejor o simplemente pasar por alto el comentario y sacar un tema distinto con naturalidad. A pesar de eso, el chico del que todavía no sabía el nombre no parecía tener intenciones de seguir marcando ese pequeño error suyo, la sonrisa seguía presente en él pero no era socarrona. Aunque pequeña, era una sonrisa auténtica.
-Tú vienes a veces con Jongin pero no sueles estar con acompañantes –continuó, sabiendo por el modo en el que lo miraba que no recibiría respuesta para su broma. Era verdad, el único de su grupo que había estado con él o con alguno de sus compañeros era Jongin.- Ah, mi nombre es Baekhyun, si es que querías saber con quién hablas.-
Sehun bajó la vista, tratando de esconder de manera discreta una sonrisa pequeña que Baekhyun pudo ver de todos modos.
-Supongo que Jongin te dijo mi nombre –él sabía que probablemente su amigo hubiera estado hablando de él, lo conocía bien. Si lo había dejado así como así, algo estaba tramando y se daba una idea de lo que era.
Vio a Baekhyun asentir y en ese instante la música cambió, volviéndose más frenética. Los cuerpos de ambos reaccionaron a ese cambio drástico en el ambiente, se tensaron por el reflejo que los impulsaba a dejarse llevar por el ritmo que ahora retumbaba en sus oídos. Si antes había querido bailar, en ese momento el dejar que sus extremidades se muevan en algo parecido al instinto era una necesidad.
Estaba a punto de rendirse y llevar al chico de nuevo a la pista, quería seguir bailando como había estado haciendo. Al tiempo que tomaba la mano de Sehun, otra mano se posaba en su antebrazo y tiraba ligeramente de él hacia atrás. Su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho, anticipando lo que sabía que pasaría luego. Aún sin ver el rostro del dueño de la mano que lo sujetaba, sabía perfectamente de quién se trataba.
-Debemos irnos ya… -Susurró una voz con un ligero acento chino cerca de su oído.
-Luhan… -Su voz estaba teñida con algo de decepción, algo que lo tomó por sorpresa. Eran pocas veces las que su voz lograba delatarlo… Volvió entonces a enfocar su mirada en el rostro de Sehun y lamentó un poco el tener que dejarlo ir sin haber contado con tanto tiempo como él deseaba.
Sehun notó a simple vista la cercanía que Baekhyun tenía con aquel chico rubio que murmuraba cosas inaudibles a pesar de la poca distancia. La misma cercanía que él tenía con Jongin… quizá algo más que sólo la amistad los unía pero ese pensamiento fue rápidamente dejado a un lado en su mente cuando una voz ahora conocida, llegó a sus oídos.
-Hey, Sehun-ah, debo irme –Explicó cuando se volvió nuevamente hacia él. Sehun se encogió de hombros.
- Está bien, supongo que alguna vez nos veremos de nuevo –
Otra risa. Esta vez sonaba cansada, gastada, aunque algo ansiosa.
-Adiós entonces –Baekhyun se volvió y desapareció junto con el chico desconocido entre la gente. Claro, no sin antes guiñarle el ojo con picardía.
Se quedó en silencio unos momentos, llegando a ver aún el cabello de Baekhyun y de su amigo resplandecer bajo las luces mientras se alejaban de allí. Eso había sido… extraño. Pero bueno, no podía expresarlo de otra manera o compararlo porque había sido la primera vez que charlaba con Baekhyun. Baekhyun era especial… de un modo extraño.
El pequeño diálogo interno que se había formado en su mente fue interrumpido cuando dos brazos se cerraron alrededor de sus hombros de una manera algo descuidada, y un perfume que él conocía muy bien (ya que era suyo) invadió su olfato.
-Creí que jugarías un poco más con Baekkie, bonito –
Un fuerte olor a alcohol acompañaba la voz de su mejor amigo que más que sonar como normalmente lo hacía, se asemejaba al ronroneo de un felino.
-Está bastante borracho… -Habló casi inmediatamente después Kyungsoo, con un matiz de preocupación maternal.- Deberíamos irnos ya -
Sehun se limitó a asentir, tomando los brazos de Jongin y apartándolos de él, no sin antes recibir algunas quejas de su ebrio amigo, para poder comenzar a llevarlo casi a rastras hacia el exterior del local.
-Lo volverás a ver, Hunnie… -Susurró con una sonrisa torcida el de piel morena, restregando su rostro en el cuello de Kyungsoo mientras que éste le miraba con una expresión algo alarmada, cosa que a Sehun le pareció gracioso.- Lo prometo -.

martes, 1 de enero de 2013

Baekhun.


El departamento finalmente estaba vacío, o casi vacío. Casi todos los demás habían salido o tenían alguna actividad que hacer y la mitad del grupo había volado esa misma madrugada hacia China, tenían muchas cosas que hacer allí y habían tenido que dejar Corea casi inmediatamente después de que el show en el que habían participado terminara. Solo habían quedado encerrados allí el menor del grupo y él.

Baekhyun resopló, haciendo que su flequillo volara de su frente para luego caer en el mismo lugar que antes. Estaba aburrido. En realidad, tenía varias cosas que hacer, podría ayudar en la cocina lavando los platos, llevar las pilas y pilas de ropa a lavar o quizá barrer su dormitorio ya que su compañero no lo haría ni aunque lo amenazaran con un arma. Además de polvo y quizá restos de comida tirados en el piso había ropa acumulada en los rincones de la habitación, tirada por todos lados y eso era realmente molesto, sobretodo cuando uno se levanta a la noche para tomar agua y termina en el piso con los pies enredados en algún bóxer. Pero hacer esas cosas era aún más aburrido y por supuesto que no las haría, ya pensaría en algo para obligar a Chanyeol a limpiar el estado de desastre en el que se encontraban. Se levantó de la cama y fue con pasos torpes hasta su armario, tomó una bolsa de las varias que había escondidas en el fondo y salió de allí, en busca del único miembro de EXO que quedaba.

Baekhyun tenía… pasatiempos algo extraños. Desde pequeño le habían llamado la atención los disfraces, queriendo siempre tener uno nuevo, pidiendo como regalo para navidad éste o aquél atuendo nuevo que había visto hace poco. Al principio, a sus padres no les había llamado en lo más mínimo la atención ya que todos los niños quieren disfrazarse pero el tiempo pasaba, Baekhyun crecía y él aún tenía ese mismo deseo de comprar cualquier disfraz que viera por más extraño que fuera. Llegó un punto en el que dejaron de preocuparse y simplemente lo aceptaron, tomándolo como un “pasatiempo” propiamente dicho. De todos modos, no podían dejar que su hijo los fundiera comprando millones de disfraces así que comenzaron a hacer que Baekhyun comprara con su propio dinero. Al joven no le gustaba la idea pero si era una decisión de sus padres, tendría que aceptarla sí o sí.

Y ahora allí estaba, caminando tranquilamente hacia el cuarto en el que sabía que el menor se encontraba con una sonrisa un tanto diabólica en el rostro y la bolsa que contenía su última adquisición de la larga colección que en su armario escondía. Ese traje era simple y básico, algo que cualquier coleccionista tendría pero que dado a que sus padres compraban antes sus trajes, no había podido obtener sin que ellos lo miraran de manera extraña. Después de todo, comprar un traje de colegiala siendo un chico era algo… llamativo, digamos. Tocó suavemente la puerta y la abrió luego de unos segundos, asomando su cabeza por la abertura.

- Sehun-ah –pronunció tranquilo, abriendo más la puerta para entrar completamente. El aludido estaba en su cama, recostado boca abajo con su celular en mano, probablemente jugando alguno de los nuevos juegos que había estando descargando días atrás. Baekhyun resopló al recordar el berrinche que había hecho Sehun para que Jongin le prestara el cargador de su teléfono antes de que se le apagara. Todo el dormitorio fue puesto de cabeza para encontrar el cargador del menor pero no había caso, seguramente se había perdido en algún viaje. Finalmente (y para la salud auditiva de todos los miembros del grupo) Jongin accedió a prestarle el dichoso cargador y Sehun por supuesto, se calmó aunque casi se lleva por delante a Kyungsoo al correr para enchufar su móvil.

- ¿Hm? ¿Qué sucede? –levantó la cabeza aunque sin dejar de mirar la pantalla del aparato, logrando que Baekhyun resople nuevamente, sabiendo que esto iba a ser difícil.

- Traje –los ojos del menor se abrieron con algo de sorpresa pero todavía sin despegar la vista- Pruébatelo, ¿sí? –intentó nuevamente, intentando sonar un poco más suave, con la esperanza de convencerlo.

Sehun negó con la cabeza. Baekhyun se sentó encima de él.

- Hyung, no molestes, ¡no quiero! –intentó sacárselo de encima como pudo, claro, no sin antes pausar el juego. No podía permitirse perder ahora que había conseguido una puntuación tan alta.

- Deja de… Por dios, ¿eso es Anipang? –Baekhyun soltó la bolsa a un lado de la cama y se acercó más hacia donde estaba apoyado ahora el teléfono. Jinki hyung sin duda estaba creando un efecto domino con sus dongsaengs, llevando a todos a jugar Anipang para tener más personas a quien probablemente alardearle sus altas puntuaciones.- Déjalo, esto será más divertido –susurró al oído del menor, quien seguía boca a bajo (¿cómo iba a moverse si él estaba prácticamente tirado encima suyo?), intentando de alguna manera alejar el estúpido teléfono.

- ¿Cuál compraste ahora? ¿Geisha? ¿Aeromoza? –el sarcasmo era evidente en su voz pero Baekhyun se negaba a rendirse fácilmente, lograría su cometido a como de lugar.- Podrías ponértelos tú, ¿sabes? No te quedarían mal… -en un rápido movimiento, Sehun logra quitarse al mayor de arriba para poder abrazarlo. Ahora estaban ambos acostados, Baekhyun sintió como pequeños besos eran depositados en el lateral de su cuello, removiéndose inmediatamente. No iba a caer en el viejo truco, esta vez estaba totalmente decidido.- Hyuuuuung, ¿por qué no? –

- Traje… primero el traje –contestó intentando sonar relajado aunque sabía ya que iba a sonar nervioso, como cada vez que esa situación sucedía.- Después veremos… -

- ¿Cómo que después veremos? Si me pruebo el disfraz, tengo que recibir algo a cambio –una suave mordida en el mismo lugar en el que los besos habían sido recibidos fue lo que bastó para que la respuesta cambiara de manera favorable para Sehun.

- Ya, ya, disfraz –Baekhyun rápidamente deshizo el abrazo y se levantó, tomando la mano del menor y jalando para que este hiciera lo mismo. En su cara había un puchero aunque en realidad estuviera feliz, demasiado terco como para admitirlo.

Sehun rió y tomó la bolsa de las manos del mayor- ¿Quieres que me cambie aquí o en el baño? –sonrío inocente al ver como las mejillas del otro tomaban un color rojizo y volvió a reír, encaminándose al baño antes recibir cualquier tipo de golpe. Si iba a tener que disfrazarse, al menos quería un poco de diversión para él mismo.



Tan Tan (?)